El poder de las imágenes experienciales en la promoción turística

De todos es sabido que una imagen vale más que mil palabras, pero ello es todavía más evidente en la promoción turística. Incluso, por delante de la marca o un claim impactante, siempre prevalece una buena imagen.

El empleo de imágenes en la promoción turística ha ido en paralelo a la propia evolución y desarrollo de la actividad vacacional.

A principios del siglo pasado el turismo se vinculaba al uso y disfrute de alojamientos básicos (servicios de pernoctación, despacho de comidas y zonas de aseo). Entonces el uso promocional de imágenes iba poco más allá del envío de postales de paisajes y monumentos.

Con el cambio de siglo acontece de lleno la era de la calidad turística en alojamientos y servicios turísticos, que se traslada también al uso de imágenes cada vez más espectaculares e idílicas, tanto en soportes promocionales físicos como on-line.

Sin embargo, en el momento actual, la calidad ya no es un elemento tan diferenciador e incluso se llega a presuponer en determinadas ofertas y destinos vacacionales. Lo mismo sucede con la calidad de las imágenes utilizadas en la promoción turística (fotografía profesional con equipos de alta resolución y retoque fotográfico capaz de no solo corregir errores y borrar elementos discordantes, sino también de descomponer y recomponer las imágenes al antojo del cliente).

Ahora más que nunca, lo importante es transmitir emociones y para ello es fundamental empatizar con el público objetivo, mostrándole cómo se puede sentir al vivir la experiencia que se ve a través de la imagen: emocionado, orgulloso, diferente, auténtico, relajado, afortunado, privilegiado, enamorado, sexy e incluso, asustado.

Para conseguir este objetivo es imprescindible incluir modelos o figurantes en las imágenes promocionales, para que el turista potencial pueda meterse en la piel de estos “turistas ficticios” y se genere una motivación, inspiración o necesidad de consumo para adquirir un determinado producto turístico, experiencia vacacional o deseo de conocer un destino.

Ahora bien, se debe tener muy en cuenta y no siempre se hace así, que no sirve cualquier modelo o figurante. Todo dependerá del target al que vaya dirigida la campaña promocional. No se puede hacer un buen banco de imágenes experienciales sin definir previamente el público objetivo que va a recibir el impacto promocional.

Asimismo, también será importante que fluya la sintonía y complicidad entre fotógrafo y modelos, ya que de lo contrario será imposible obtener buenos resultados.

Otro factor vital en la elaboración de bancos de imágenes experienciales es la planificación y preparación previa de las sesiones. Seleccionar adecuadamente los modelos, definir el atrezo, maquillaje, equipos necesarios de iluminación y fotografía, comprobar las condiciones meteorológicas, los tiempos de desplazamiento y cuestiones logísticas de avituallamiento y descanso, definiendo una escaleta lo más precisa para cada sesión fotográfica. En ocasiones resulta necesario incluso realizar visitas de inspección a las localizaciones para definir encuadres o momentos de iluminación perfectos.

En definitiva, una imagen experiencial destinada a la promoción turística es mucho más que una fotografía bien tirada con un buen equipo fotográfico. Responde a una estrategia de mercado y a un esfuerzo promocional en busca de conversión comercial, constituyendo un elemento vital para la competitividad de cualquier destino vacacional.

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